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Histrionismo o disfraz

Demonios en mi cabeza,  pululando por mi imaginación.  Visiones infernales  de salvajismo iracundo. Dolor, humillación y sufrimiento,  Y más dolor. En ese caso, pregunto  ¿Qué prefiero sufrir o inferir dolor? Sin duda alguna, no quiero sufrir. Por descarte,  me quedo con las cartas marcadas. Nunca se me dio bien  esconderme ases en la manga. ¡Sufre mamón!  Que decía la canción. Y vuelta al inicio. Grotesco el vino y el atrezzo.  Finalizado Carnaval, toca mendigar  con una soflama anecdótica de buenas intenciones. ¡Créanme!  ¡Déjenme entrar!  Yo quiero el cielo,  aunque sea aburrimiento infernal. ¡Basta de sufrir!  Demonios, ¡Dejadme en paz! Os quiero.

Como nube de gas

¿Quieres travesuras?  Eso que no te atreves,  que solo osas en tu imaginación. Carcajada escondida, oscura. Esa mala idea,  indecorosa,  indecente,  provocadora. ¡Atrévete!  Prueba y derriba los muros.  Rompe las cadenas  de tu prisión etérea, mental. Derriba, rompe.  Sé libre y vuela.  Ríe con fuerza.  Con ganas. Sal de ti y expándete. Nube de gas.

Rayo de neón

  El sol,  sus rayos,  que penetran a través de la ventana.  Cristal que matiza,  que elimina calor,  no así luz ni color. Refulgen reflejos dispares,  desde la superficie sinuosa, irregular,  de movimiento pendular,  del péndulo barroco  colgado del cucú, reloj.  Ora da la hora,  Ora son los cuartos o los medios,  o las medias, si de horas hablamos.  El rayo solar,  de tu solaz,  se fue a descansar.  Tras la tarde,  la noche vespertina llegó  y con ella,  las luces de neón,  que anuncian diversión,  sexo, drogas y rockandroll.

CERROJOS y otros encierros

¿En qué momento cerré las puertas al sentimiento? ¿Rechacé sus muestras, en ambas direcciones?  ¿Menosprecié a los humanos dominados por emociones, a la vez que dejaba encerrado a mi humano interior?  Una falsa y exacerbada empatía suplía (suple) esa cerrazón.  Empujando el portón lucha por salir. (El sentimiento, la emoción) Se muestra constantemente: Viendo películas, en lugar de comer palomitas lloro goterones;  escuchando las noticias me ahogo de dolor ajeno;  los dibujos de la tele me provocan carcajadas descontroladas en tono y en duración.  Me embeleso ante el mar, la montaña, el prado, el parque, la cañada, el río; los patos, gatos, gaviotas; el cielo dibujado con líneas de tiza; el amanecer, el anochecer; la solanera, el secarral, el bosque verde o quemado; la cocina de mi casa, el polvo que flota en un rayo de sol; tu sonrisa, tu mirada.  Me embeleso, sí.  Todo es belleza alrededor.  Mucho dolor me envuelve.  Amor adormilado, trémulo, pendiente de su expansión.  Miedo al dolo

Agenda caduca

  Hoy he rebuscado en otro rincón, el de las tarjetas y teléfonos anotados a mano, ¡imaginaos de cuando son esos papeles! ¡A mano! Voy leyendo con curiosidad los nombres y alguna anotación al lado. A mi mente acuden otras épocas. Visualizo las caras y las relaciones. Momentos. Poco a poco, mezclado con mi sonrisa aparece un cierto desasosiego. Personas que fueron importantes en mi vida, ya no están. Murieron. De una en una. Sin avisar. Me fui enterando de casualidad.  Dicen que la distancia hace el olvido, pero no es verdad. Una simple línea y vuelvo a recordar. ¡Cuantas vidas dejé atrás! Me hago el firme propósito de ...

Acorazado

Dicen que caí. Pero no dicen                          desde donde,                          ni a donde. Deambulaba.         M as bien flotaba,           por los cielos del Paraíso. Luz, color, calor,                             alegría e ilusión  me envolvían  como algodón. Era  dicha y felicidad. En un instante,                              una confesión. Varias más,                              a continuación. Relato tras relato               se deshizo el encantamiento.  Mi vida anterior,                         rota,                             hecha pedazos. Mi realidad cambió.                              Se enturbió.                              Me turbó. El paraíso placentero se tornó engaño.              Gris-negro.              Oscuro.              Desapacible.                            Para nada,                                          calmo. Los algodones,  en realidad,            no habían sido mullidos,                    sino de éter empapados.         M e mant

Palabras. Elementos.

 ¡Ay!,  de aquellas palabras inexistentes  que impiden expresar eso que mi alma siente,                               y yo anhelo.  No es pena ni nostalgia. No es dolor.  No es consuelo.       Es como un vacío de hielo. Pero el hielo rellena.  Y cuando el agua hiela,  resquebraja hasta la piedra que la alberga.                            Vacío.                              La nada.  No es oscuridad que pueda expresar con palabras.  Es la nada inexpresable.  Vacío de hielo confuso, abrumador,                              no maleable. Llama voraz que todo consume. Fuego rapaz al acecho  que se alimenta  en inicio de astillas y                            posteriormente                             de cuerpos. Como cascada es el líquido que aflora a mis ojos. Manantial salado de emoción contenida,                               de dolor                              frustrado.  Con él se va la desazón  que desea gritar a los cielos           --  ¡Basta!           ...  ¡Que empiece